"Los niños han sido testigos de la muerte y la destrucción en el sureste de Turquía y Siria. Necesitan nuestro apoyo continuo", lamentó el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF).
Diecisiete días después de que los terremotos redujeran los edificios a escombros, miles de familias de Kahramanmaras, una de las once provincias más afectadas, siguen hacinadas en refugios y viviendas provisionales, según la agencia de la ONU, que añadió que las familias siguen refugiadas en coches, estaciones de autobuses, bajo puentes y en tiendas de campaña improvisadas.
También señaló que los niños y las familias que sobrevivieron a los terremotos se encuentran ahora sin hogar, carecen de alimentos y agua, y las temperaturas descienden regularmente por debajo de cero por la noche, precisando que más de un millón de personas están alojadas en refugios temporales - gimnasios, estadios, hoteles y dormitorios - con acceso limitado a los servicios esenciales.
"Los niños de Türkiye corren el riesgo de desarrollar ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático. Necesitan poder volver a la escuela y necesitan urgentemente apoyo psicosocial para ayudarles a superar el trauma que han sufrido", declaró Afshan Khan, Directora Regional de UNICEF para Europa y Asia Central, citada por el servicio de noticias de la ONU.
Entre los afectados por los terremotos se encuentran algunos de los 800.000 niños sirios refugiados. En este sentido, UNICEF señaló que la educación de casi 4 millones de niños, entre ellos más de 350.000 refugiados e inmigrantes, está en peligro debido al gran número de escuelas dañadas o destruidas.
Tras los terremotos, Naciones Unidas ha lanzado llamamientos de ayuda humanitaria por valor de 397 millones de dólares y 1.000 millones de dólares para Siria y Turquía, respectivamente.