En un análisis publicado por el PCNS con motivo del Día Internacional para la Prevención del Extremismo Violento que puede desembocar en terrorismo, Rezrazi, que también es profesor de gestión de crisis y estudios de seguridad, explicó que el primer paso es "el desarrollo de las prestaciones de seguridad en su dimensión de inteligencia o las relacionadas con las fuerzas y cuerpos de seguridad".
Citó como ejemplo la creación, en 2015, de la Oficina Central de Investigación Judicial (BCIJ) y la actualización del arsenal jurídico a través de modificaciones del Código Penal, en particular mediante la Ley nº 86.14 de 2015 que completa y modifica la Ley 03-03 de 2003 sobre la lucha contra el terrorismo.
En segundo lugar, el experto mencionó la dimensión relativa a la prevención, la reestructuración de la gestión del ámbito religioso, la formación de imanes y agentes religiosos y la regulación de la gestión de las mezquitas, la organización de obras de caridad y el control de la emisión de fatuas.
El tercer requisito se refiere a los esfuerzos para proteger a los presos del terrorismo y el extremismo, así como a la gestión de los retornados de los focos de tensión, dijo el académico, añadiendo que se han desarrollado varios programas de rehabilitación con este fin, incluido el programa "Moussalaha" (Reconciliación).